sábado, 6 de octubre de 2018




Voy a darte los amaneceres que te han robado algunas noches. Voy a darte aire para respirar, y mi verdad sin maquillar. Te daré un calendario sin días y una prórroga sin minutos ni presiones. Voy a darte la pena y la gloria a sorbos, la eternidad en una copa de vino, recuerdos envueltos en papel celofán y velas de las que no se soplan, no, velas de esas que se apagan solas cuando ya no estás mirando. 
Voy a darte confusión de la que hace resoplar. Montañas de arena para que construyas castillos. Naufragios en un desierto sin nombre, y poesía de la que no se lee... de la que se recita. Te daré un lienzo en blanco para que dibujes una brújula que te hable de mí. Voy a darte las llaves del lugar donde me esconderé cuando todo vaya mal. Te daré los botones de mi camisa entreabierta. Mi luz cuando estés a oscuras. Mi pelo enredado de vicio. Mi locura . Mi boca cerrada cuando solo quiera observarte.
Te daré mi mano. Lee bien, mi mano. Para que la aprietes si piensas que vas a caer. Mi mano como solución a los fracasos, como ese punto de apoyo que empieza y termina la historia. Con mi destino escrito en ella. Mi mano llena de borrones, de orden y desorden, de sumas y restas, de palabras y perdones. A rebosar de sueños por cumplir, de culpa y cafeína, de justicia e injusticias. Mi mano, llena de sentir.
Si tú me das, yo me doy. 

  

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