Escuchar el murmullo
de lo vivo y callarlo.
Callarlo hasta que un rayo
de mi cuerpo
se entrelace a la criatura de luz,
y estallar
como la fruta dulce
que cae sobre la tierra,
para alimentar a sus espíritus.
En la transparencia
fría de la luna,
que amamanta a un manzano herido:
perderme.
Sólo perderme,
entre las sombras de sus flores
que se cierran para dormir,
y en esa oscuridad
devolverme
a tu boca.
Gratitud.
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