Amo las manos de la gente mayor que sigue trabajando, cuidando a sus nietos, labrando el huerto, cociendo la sopa, poniendo la mesa. En esas manos reside la sabiduría que debemos recuperar. Manos que han tocado tierra, gente y mundo, y que guardan en su piel el recuerdo del amor hecho, del trabajo hecho, de la vida pasada, del dolor superado y el que fue y será indigerible, de momentos cargados de sentido, y de los que nunca lo tendrán.
Doy gracias porque siguen vivas y acompañándonos.
Pocas cosas hay en esta tierra que me provoquen un mayor sentimiento de misterio y amor.
De paz y confianza.
Las manos son el reflejo de como la vida pasa , trasmiten lo que no se habla.
HABLAN CON EL CORAZON.
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