domingo, 17 de febrero de 2013


*EL RIO DE LA VIDA*
Esta es la historia de una familia viajera que tenía un don muy particular, fuera a donde fuera, veía el Río de la Vida
. Para ellos era muy fácil: simplemente lo veían.
 Cuando llegaban a un pueblo, el hombre colocaba su puesto delante del río y pintaba un cartel: ¡Aquí una taza del Río de la Vida!.
Luego armaban su campamento y se quedaban a esperar que la curiosidad hiciera el resto.
Los más inquietos del pueblo se acercaban a preguntar:
-¿Ustedes quiénes sois? ¿De dónde vienes? ¿Adónde van?
El viajero les hablaba de su itinerario hasta el momento y les explicaba que eran hijos del Río de la Vida.
¿De qué río habla? -le preguntaban desconfiados.
Del que tenemos aquí -decía el hombre señalando detrás de él.
Algunos, los más sinceros, le decían que allí no había ningún río.
Otros pensaban que estaba loco, pero no le decían nada.
 Los curiosos salían a contarle a todo el mundo que allí había un río mágico que hacia milagros.
La mayoría de los niños lo podían ver, pero aguardaban en silencio la reacción de sus mayores.
 Los ancianos creían recordar que antes pasaba un río por allí.
 Hasta que finalmente, alguien se animo a pedir una taza.
El viajero tomó la taza, dio media vuelta, la llenó con el agua del Río y se la ofreció.
El primer cliente miró la taza.
 Vacía según sus ojos.
Miró detrás del hombre y no vio el Río.
 Volvió a mirar con cuidado la taza.
 La olió.
Nada -pensó el cliente.
Con cara de resignación acercó la taza a su boca y comenzó a beber.
Apenas probó el agua transparente, pura y cristalina del Río de la Vida, un aroma dulce lo embriagó.
Su rostro se volvió rozagante.
 Su pecho se inflamó.
Sus oídos comenzaron a escuchar el canto de los pájaros alrededor del río.
 Su piel sintió la brisa fresca.
 Su corazón galopó como un potro salvaje, y su mente no dio crédito de todo lo que estaba experimentando.
Cuando el cliente terminó de beber, abrió los ojos llenos de lágrimas y miro a su alrededor como si fuera la primera vez que veía los colores que lo rodeaban.
 Sorprendido, miro la taza vacía y dijo con timidez:
Gracias.
 Luego de una pausa, una sonrisa y un desenfrenado :Gracias, gracias ¡Gracias!
Después del primer cliente, la gente desconfió aun más del hombre y de su familia.
 Y la polémica se extendió por el pueblo.
 "¿De qué religión serán? .
Dicen que es su manera de vivir.
¿Qué le pondrán a la taza vacía?
 Dicen que es agua de ese "río" pero ahí no hay nada.
 Para mí el secreto está en el material de la taza.
 Yo diría que son de una secta.
 Yo los vi jugando con sus hijos muy felices.
 Deben de querer gobernarnos a todos.
 Mi primo dice que no se arrepiente de probar el agua y que la va a seguir tomando.
 Ellos dicen que eran como nosotros y que los curó el río.
 Yo estuve con ellos y parecen gente normal.
 ¿Este viajero no querrá meterse con nuestras mujeres?
 Cuando van mujeres, las atiende su esposa, y él se va a jugar con sus hijos.
 Pero ¿de dónde sacan el agua?"
Era tanto el revuelto en el pueblo, que el sacerdote decidió ir al puesto a conocer al viajero.
Buenos días, buen hombre, ¿puedo hacerle unas preguntas?
Buen día -dijo el viajero, que reconoció al sacerdote por su vestimenta, pregunte con confianza.
¿Qué es eso que le da a la gente? -preguntó el sacerdote.
Amor -respondió el hombre.
¿Y de dónde lo saca?
Del Río de la Vida –dijo el viajero, señalando a sus espaldas.
El sacerdote no vio nada detrás del hombre y pensó: “Por dar una taza vacía a la gente nadie puede decirle nada”.
¿Y cuánto cobra? –preguntó el sacerdote, pensando que había descubierto el engaño.( que raro que pensaran en $)
A voluntad.
Pero, ¿tiene un precio mínimo por taza?
No.
¿Y al que no le paga le da de todos modos una taza?
Sí, claro.
¿Y cuál es su intención con nuestro pueblo? -preguntó el sacerdote desorientado.
Dar agua a la gente hasta que pueda ver el Río de la Vida y servirse por sí misma.
¿Y después qué hará?
Lo mismo que hasta ahora: caminar en familia hasta el próximo pueblo, sirviendo el agua del río.
¿Y por qué decidió llevar esta vida errante, tan sacrificada?
Para devolver un poco de todo lo que me dieron a mí.
Sorprendido por la sencillez del viajero, el sacerdote decidió hacerle una última pregunta.
¿Y de dónde viene el Río de la Vida?
Eso es muy sencillo –dijo el viajero sonriendo-. El Río de la Vida viene del mismo lado de donde viene la sed.......

*Después de escalar una gran colina, uno se encuentra sólo con que hay muchas más colinas que escalar.*
"Nelson Mandela"





  Por rebeldía, apagué la luz de mi casa, pero tu cielo me ha sorprendido con sus estrellas. Tagore   Entonces, una voz que latía y dijo:  ...